OPORTUNIDADES Y DESAFÍOS EN EL RELACIONAMIENTO LABORAL – PARTE I
Por Lic. Rodrigo Souberlich
El trabajo fue establecido por Dios, de ahí que deriva su carácter bueno. Tiene un sentido positivo pues fue diseñado para producir bienes y más recursos que aporten al beneficio de los demás. Ese es el plan de Dios con el trabajo para la humanidad. A su vez el trabajo trae consigo una gran oportunidad de crecimiento y desarrollo como resultado del tiempo, fuerza y recursos invertidos.
Pero también, luego de la caída de la humanidad en pecado, la actividad laboral tiene el potencial de generar muchas tentaciones para actuar de manera incorrecta, utilizar los bienes injustamente y relacionarnos de formas deshonrosas y destructivas, que dañan el diseño de Dios e impiden alcanzar Su meta gloriosa a través del trabajo
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RELACIONAMIENTO LABORAL
El relacionamiento interpersonal es una guerra de voluntades. Un área donde se puede observar y experimentar esta realidad es en el ambiente laboral. Por esa razón, Dios nos ha dejado en la Biblia instrucciones precisas de cómo debemos conducirnos en un ambiente laboral de una manera sana y que beneficie a la construcción en la vida de otros y de uno mismo. En el libro de Colosenses 3:22-4:1 encontramos esas instrucciones. Allí dice:
“Siervos, obedezcan en todo a sus amos terrenales. Traten de agradarlos todo el tiempo, no sólo cuando ellos los observan. Sírvanlos con sinceridad debido al temor reverente que ustedes tienen al Señor. Trabajen de buena gana en todo lo que hagan, como si fuera para el Señor y no para la gente. Recuerden que el Señor los recompensará con una herencia y que el Amo a quien sirven es Cristo; pero si hacen lo que está mal, recibirán el pago por el mal que hayan hecho, porque Dios no tiene favoritos. Amos, sean justos e imparciales con sus esclavos. Recuerden que ustedes también tienen un amo en el cielo.”
Cuando el mensaje del cristianismo llegó a Roma, los apóstoles tuvieron que dar una respuesta acorde a la Palabra de Dios y al Evangelio a la realidad social en la que la toda la población se encontraban, la cual era de siervos y amos. Esa era la estructura básica de la sociedad romana. Aunque no vivamos hoy esa estructura, las enseñanzas que encontramos en Colosenses 3:22-4:1 son aplicables a cualquier situación laboral en la que hoy en día nos podamos encontrar, ya que el problema de las relaciones no es el ambiente o la época en que vivimos sino el corazón del hombre y lo que hay en él.
2. LO QUE DIOS DICE A LOS COLABORADORES EN RELACIÓN CON SUS JEFES
OBEDIENCIA
Esta es una palabra que cuesta. La palabra obediencia en la Biblia proviene de un término griego que significa “escuchar, dar oído, oír debajo”. Y esto implica tres elementos:
- Atención: Debe prestar atención por medio de la escucha activa a las directrices o instrucciones dadas para cumplir una tarea.
- Comprensión: Debe comprender exactamente lo que se espera del mismo. Las tareas asignadas deben ser claras y asimiladas por la persona.
- Ejecución: Si la persona es consciente de su rol o posición, así como el de aquel de quien recibe la orden, no tiene otra opción más que cumplir la tarea. Debe ejecutar.
La “obediencia en todo” insinúa que debe ser en cada una de las tareas o asignaciones correspondientes a la función y responsabilidad del empleado. No puede no cumplir con ellas. Es un deber que le toca. Esto exige de parte del empleado el ejercicio del respeto y el reconocimiento a la persona y al cargo que ocupa. (Romanos 13:1-2,7).
Jesús también dio su punto de vista con respecto a la honra y el respeto hacia las autoridades.
Según Mateo 22:21, Jesús preguntó “–‘¿A quién pertenecen la imagen y el título grabados en la moneda?’ – ‘Al César’, le contestaron. ‘Bien’ – dijo, ‘entonces den al César lo que pertenece al César y den a Dios lo que pertenece a Dios.’” En esta simple expresión notamos como Jesús siendo la autoridad máxima sobre todo el universo, respetó al sistema de autoridades establecidas en este mundo.
Debemos considerar a las autoridades terrenales como agentes de Dios en nuestras vidas. Ellos proporcionan un sentido de orden, dirección y resguardo en nuestras vidas. Debemos estar agradecidos a Dios por ello.
SINCERIDAD
Esta virtud demanda integridad por parte de la persona. Quiere decir que el colaborador debe ser honesto en sus intenciones al acordar con su jefe cumplir sus responsabilidades.
La frase “no solo cuando los observan” define claramente el nivel de sinceridad que Dios espera de los colaboradores, es decir, ser trabajadores activos en todo el tiempo que se requiera de sus servicios y labores y no aparentar que están trabajando. Si alguien aparenta delante de otros se llama falsedad e hipocresía.
El trabajo con sinceridad implica que se cumplirá con las tareas estipuladas en el acuerdo laboral. Si como empleados no cumplimos con lo acordado, en donde dimos nuestra palabra, estaremos quedando como mentirosos y ladrones. Mentirosos, en el sentido que dijimos que sí, pero al final no lo hicimos, y Ladrones, en el sentido de que igual percibiremos un dinero que no nos pertenece porque no lo ganamos.
El requerimiento de sinceridad cobra aún más peso con esta frase: “debido al temor reverente que ustedes tienen al Señor”. La motivación principal de trabajar con sinceridad es el Señor Jesucristo, por el favor, la bondad, su fidelidad y la gracia que ha expresado hacia nosotros. Además, al ser el Señor sobre todo, Él pedirá cuentas por todo lo que hemos hecho.
BUENA VOLUNTAD
El texto bíblico dice “de buena gana”, esto se refiere al buen deseo que uno tiene para los demás. Aplicado al trabajo sería expresado en un buen deseo de que la empresa o el lugar de trabajo siga prosperando, que los compañeros sigan creciendo y sean reconocidos, que el cliente salga satisfecho por el buen trato y el deseo de recibir una recompensa por el arduo trabajo.
El parámetro de medir nuestra actitud en el trabajo debe ser principalmente el Señor Jesús. En lo práctico esto sería así:
- Tratar al jefe como si el mismo Jesucristo fuese mi jefe.
- Relacionarme con los compañeros como si el mismo Jesucristo fuese un compañero mío.
- Tratar al cliente de la misma manera en que trataría a Cristo si Él fuese mi cliente.
Hay una objeción a esto, “¿Pero si el jefe, los compañeros y el cliente, tienen una mala actitud, son desagradables, injustos, deshonestos, ladrones, dominantes, abusivos, etc., cómo voy a querer trabajar de buena gana? Ellos no se merecen que los trate bien.” Ante esta objeción el mismo versículo responde: “…como si fuera para el Señor y no para la gente”.
Si siempre miramos a las personas como una motivación para hacer bien nuestro trabajo y cumplir con nuestras responsabilidades, vamos a vivir en un estado permanente de cuestionar la autoridad de otros, porque las personas son imperfectas y siempre serán indignas. Sin embargo, si tenemos en mente al Señor Jesús, Él sí es digno de todo nuestro servicio porque Él sí es agradable, justo, verdadero, compasivo, amoroso y fiel al recompensar nuestra buena voluntad.
ESPERANZA
Se requiere esperanza. Esta esperanza no está puesta en los hombres (jefes, compañeros, clientes) ya que ellos fallan y son imperfectos, sino en Cristo quien es perfecto y nunca falla. Él es el Señor sobre todo. Él controla cada circunstancia de la vida, y cada situación en el trabajo está bajo su conocimiento.
La Biblia nos habla de una recompensa. Las recompensas son entregadas a aquellos que cumplen de manera diligente alguna o algunas tareas asignadas. Trabajamos porque esperamos ver recompensas. Saber que es Cristo el amo supremo sobre todo, y si trabajamos como para Él, poniendo toda nuestra confianza sin mirar a los hombres, Él nos dará la recompensa.
El versículo dice: “…Recuerden que el Señor los recompensará…”. Esto es una realidad y no una probabilidad.
La Biblia dice en Jeremías 17:5-8 con respecto a la confianza puesta en Dios y no en los hombres:
“Esto dice el Señor: Malditos son los que ponen su confianza en simples seres humanos, que se apoyan en la fuerza humana y apartan el corazón del Señor. Son como los arbustos raquíticos del desierto, sin esperanza para el futuro. Vivirán en lugares desolados, en tierra despoblada y salada. Pero benditos son los que confían en el SEÑOR y han hecho que el Señor sea su esperanza y confianza. Son como árboles plantados junto a la ribera de un río con raíces que se hunden en las aguas. A esos árboles no les afecta el calor ni temen los largos meses de sequía. Sus hojas están siempre verdes y nunca dejan de producir.”
Jeremías 17:5-8
TEMOR
Se requiere temor (temor al juicio). De la misma manera en que el buen trabajador recibe recompensas, el mal trabajador recibe castigo. Si uno es deshonesto, desobediente, irresponsable, corrupto, injusto, está con mala actitud, malagradecido, ladrón o mentiroso “recibirán el pago por el mal que hayan hecho”.
Muchas veces ese pago no implica una pérdida de cargo o de empleo necesariamente, sino que puede ser un ambiente laboral incómodo, un aislamiento entre compañeros, discordias, sectarismos, pleitos y un ambiente destructiva. Nada sale bien, no hay crecimiento, no hay avance, no hay producción.
La Biblia nos advierte de esta realidad en el libro de Gálatas capítulo 6: “No se dejen engañar: nadie puede burlarse de la justicia de Dios. Siempre se cosecha lo que se siembra”. Es un principio universal que Dios ha establecido y se encarga de que se aplique a todos y en toda circunstancia. Esto se aplica a creyentes y no creyentes “porque Dios no tiene favoritos”.