EL TRABAJO DESDE LA PERSPECTIVA BÍBLICA
Por Delmer Wiebe
1. Introducción
¿Cuál es la perspectiva bíblica acerca del trabajo? Esa pregunta guiará los siguientes pensamientos cuando nos movemos en la dialéctica entre “trabajo como bendición” y “trabajo como maldición”.
Primeramente, tenemos que definir lo que entendemos bajo “trabajo” en este artículo. El trabajo se lo entiende aquí como un obrar del ser humano que tiene un fin determinado y de alguna manera tiene un efecto en la naturaleza, sea directa- o indirectamente. Con eso se separa el término del trabajo realizado por maquinas o animales. Por otro lado, es más que solamente un obrar, por el cual se percibe un sueldo.
Siempre el hombre trabajó, pero los desafíos cambian. Mientras que hace algunos siglos el trabajo consistía en algo físico que se realizaba afuera en el bosque o la huerta, hoy muchas veces es reducido a 8 horas diarias y donde el hombre es solo parte de una gran maquinaria. Eso significa que es una pieza reemplazable.
2. El trabajo en el Antiguo Testamento
Trabajo en el paraíso
Dentro del Antiguo Testamento el trabajo no es un tema central. Pero el trabajo es parte del paraíso (Génesis 2:15) y de la vida real (Salmos 104:23). Las palabras que se traducen con “trabajo” denotan aspectos como la fatiga, un servicio a una deidad o un rey, el trabajo en el campo y la labor del sacerdote. Como ejemplo veamos al Salmo 90:10: “Los días de nuestra vida llegan a setenta años; y en caso de mayor vigor, a ochenta años. Con todo, su orgullo es solo trabajo y pesar, porque pronto pasa, y volamos.” Por otro lado, el Salmo 104 habla de manera positiva sobre el trabajo. El libro de Job nos muestra, que el éxito del trabajo depende directamente de la bendición de Dios.
El salario y el descanso
Otro aspecto importante en el Antiguo Testamento consiste en la exigencia de un sueldo justo por el trabajo realizado. Leemos p. ej. en Levítico 19:13: “No oprimirás a tu prójimo, ni le robarás. El salario de un jornalero no ha de quedar contigo toda la noche hasta la mañana.”
Y también el trabajo en el Antiguo Testamento siempre es limitado. Es limitado a seis días a la semana lo cual nos da el privilegio y el derecho a descansar. El hombre hace bien, respetando ese orden creacional.
Algo resaltante mirando a Génesis 1 es que vemos a Dios trabajando. Al trabajo humano el trabajo de Dios le precede. Dios “creó” al universo, lo hizo de la nada (ex nihilo). Dios además es él que planta, deja llover, construye, salva, envía, forma, etc. Dios es un Dios activo y trabajador. Y el descansó durante el séptimo día. El hombre también lo debe hacer: trabajar y descansar. El trabajo en su naturaleza corresponde a la imagen y semejanza de Dios (Génesis 1:27). Eso le da un valor fundamental al trabajo en sí, pero no necesariamente a su resultado. Por ende, no existe un trabajo con menos valor, ni cuando el sueldo recibido sea menor a otro trabajo. Eso significa que el trabajo existe para el hombre y no el hombre para el trabajo.
¿Consecuencia del pecado?
Dios le da la tarea al hombre en Génesis 2:15 de “cultivar y cuidar” el huerto de Edén. Eso significa, que el hombre debe trabajar, debe mantener y transformar. Y es algo que pertenece a la creación, y por lo tanto cae bajo el veredicto de Dios: “era bueno en gran manera” (Génesis 1:31). Antes de la caída en pecado, el hombre tuvo que trabajar. El trabajo es algo positivo, algo creado intencionalmente por Dios, que primeramente trabajó. Es parte de su identidad y no la define.
¿Y después de la caída en pecado? Leemos en Génesis 3:17-19 que la tierra será maldita y que el trabajo será con sudor y crecerán espinos y abrojos. Lo que debemos resaltar, es que ni el hombre ni el trabajo son maldecidos, sino la tierra. El trabajo conlleva a partir de ahí el aspecto de ser algo fatigante, pero no es en sí consecuencia del pecado.
3. El trabajo en el Nuevo Testamento
Idolatrar el trabajo
La mayoría de las líneas indicadas en el Antiguo son acogidas por el Nuevo Testamento. Jesús mismo era un hombre trabajador, un carpintero (cf. Mateo 13:55; Marcos 6:3) y también la mayoría de sus discípulos fueron obreros. Pero el Nuevo Testamento también advierte sobre el peligro de que el trabajo se transforme en idolatría. Por eso Mateo 6:33 menciona, que primeramente se ha de buscar el reino de Dios y su justicia.
El trabajo de proclamar el evangelio
Un aspecto nuevo es el trabajo predicando y proclamando el evangelio, la buena nueva del reino de Dios. Pablo enfatiza, de que cada obrero debe recibir lo que le corresponde (1 Timoteo 5:18), pero anima también a no ser un peso para los demás (cf. 1 Tesalonicenses 2:9) afirmando que el que no trabaja, tampoco comerá (2 Tesalonicenses 3:10).
Servicio al prójimo vs. opresión
Un punto importante es la dimensión social del trabajo, el trabajo como servicio para el prójimo. Es un deber para cada creyente sobrellevar a los débiles, enfermos, necesitados (cf. Hechos 20:35). Por otro lado, es una protección, porque dónde alguien trabaja sola- y exclusivamente para sí mismo, existe el peligro de que el trabajo se convierta en idolatría. Y sí, los frutos del trabajo del creyente hasta perduran para la eternidad (Apocalipsis 14:13).
Finalmente, Santiago 5:4 advierte a los ricos de aprovecharse de los obreros. El texto funciona como una protección para el menos fuerte en lo social y financiero. La responsabilidad principal la lleva el empleador, aunque ambos tienen el mismo valor y son responsables para sí mismos.